Thursday, October 26, 2006

La Busqueda de la Paz

Todos los seres humanos buscamos la misma cosa, la Paz, ese sentimien­to Inefable de beatitud que nos libere de las condiciones ambientales. Entre nosotros y esta Paz, existe un tremendo vacío que tratamos de rellenar a base de creencias, ideales, dogmas y prejuicios, pero, ¿es esto la realidad? ¿Es esto lo que se halla tras el intento de la búsqueda? Después de porfiar en los vericuetos de mil caminos, nos damos cuenta un día de que hemos salido constantemente de nosotros mismos, enredándo­nos constantemente en la red artificiosa de aquello que nuestra mente ha creado y uno reconoce finalmente, después de una tremenda etapa de sufrimiento, que nunca debimos salir de nosotros mismos pues allí, dentro del corazón, se halla el asiento de la Paz que tan añorantemente buscamos. Hemos creado un sinnúmero de estructuras de todas las tipolo­gías posibles, religiosas, políticas, sociales, etc. y hemos hecho más toda­vía para apartarnos del Ideal.
Hemos establecido una lucha cruenta contra todas las demás estructuras que otros construyeron y este ha sido el morbo, la causa del malestar creciente del mundo, de las crisis psicológi­cas dentro de la humanidad, de este incesante fluir a través de múltiples ilusiones buscando la verdad. Es por tanto necesario, si nos damos cuenta de esta situación mundial que todos hemos creado, que rectifiquemos nuestra actitud, que dejemos de crear estructuras basadas, sea en la esperanza o sea en el miedo, sabiendo que existe una ley única para todos, que a todos nos unifica y que por tanto no pertenece a ninguna estructura, sea de la clase que sea. ¿Qué puede haber entre nosotros y el ideal, salvo nosotros mismos convertidos en ideal? ¿Qué puede existir entre nosotros y la Paz, salvo la Paz que está en nuestro corazón?.
El pensamiento, las modificaciones y cualidades de la mente han establecido una barrera entre nosotros y los demás, por lo tanto la mente se ha convertido en un instrumento inútil desde el ángulo de vista del espíritu y hay que reorientar todas las actividades de la mente para crear algo superior, algo que esté más allá, por encima de toda posible construcción humana, algo que esté sustentado en la fe del corazón, cuyo enlace es lo eterno. Estoy seguro que todos cuantos han venido aquí ha sido porque en el fondo de su corazón no han encontrado todavía la Paz que están buscando. Quisiera decirles ante todo que no voy a señalar ningún camino porque no hay ningún camino hacia la Paz, pues la Paz somos nosotros mismos. Hemos establecido un código de valores sociales, no siempre justos y nos atenemos a ellos. Somos los esclavos de la tradición, de todos los códigos establecidos a través del tiempo. Cuando somos incapa­ces de resistir la presión de esos acontecimientos nos refugiamos en una estructura y la estructura que aparentemente tendría que liberarnos, se convierte en otra cadena, en otra ilusión, en otra prisión, en otra cárcel.
Vicente Beltran Anglada